«Un día en el Parlamento Europeo y sus alrededores. El trabajo y estilo de vida de los eurócratas inspiran esta película que se desarrolla en el barrio europeo de Bruselas. Los personajes bailan, corren, huyen a través de espacios vacíos en un ambiente atemporal, descontextualizado, en una arquitectura no-lugar.»
Hace un año me encontré con Ana Cembrero en la Neomudéjar en Madrid. Se proyectaba «Europe Endless», una película de videodanza (o cinedanza, como prefiere decir Ana) dirigida por Jorge Piquer y la misma Ana Cembrero, fundadores de la productora y plataforma artística La Ignorancia. Hablar de Europa y de su derrumbe, del fin de un proyecto que nunca empezó de verdad, ya era entonces un tema procedente. Hoy lo es mucho más: Europa sigue sin hablar de sus propios problemas y tratando de convencerse de que los problemas son los demás. Publico esta entrevista un año después de hablar con Ana, en un momento tan convulso como el que vivimos en este territorio que una vez quisimos llamar con orgullo europeo. Pero que no supimos defender, o no nos lo creímos de verdad. Pido disculpas por el silencio… como si se me hubiese contagiado el mismo silencio o la misma incapacidad de ser europea. Desde su premiere en marzo de 2014 en el festival FIFA de Canadá y su estreno en España en el V festival Costa Contemporánea, la película ha seguido girando por proyecciones y festivales internacionales. En enero de 2015 recibió el Premio de creación – FIVER. Festival Internacional de Vídeodanza Experimental de La Rioja.
¿Cómo comenzó el proyecto de «Europe Endless»?
Yo viví durante cinco años en el barrio europeo de Bruselas, que es el barrio donde está la Comisión, el Parlamento y todas las instituciones europeas y también los lobbies, porque este barrio está lleno de lobbies, aunque la gente no lo sepa. Es, después de Wall Street, el barrio de finanzas más grande del mundo, hay más de 15.000 lobbies en ese barrio, es impresionante. Justo al lado está el barrio africano, se llama Matonge y es un barrio casi opuesto al barrio europeo: es muy popular, hay precariedad… Son barrios vecinos pero están completamente aislados el uno del otro. Pues bien, unos amigos de aquí decidieron montar un festival que se llama Matonge Europe; su propuesta consistía en realizar un recorrido artístico que comenzase en la plaza de Saint Boniface, que es la de Matonge, y que terminase en la plaza de Luxemburgo, que es la del barrio europeo. E invitar a artistas de los dos barrios a que hiciesen una obra sobre su barrio, estas piezas se disponían a modo de galería o ruta urbana, de modo que la gente pudiese ir visitando los dos barrios a través de las obras propuestas. Estos amigos nos llamaron a La Ignorancia para que hiciésemos una obra sobre nuestro barrio, el barrio europeo, que pudiese ser expuesta en Matonge. Es un festival de integración a través del arte: las obras de los artistas de un barrio se hacen en el otro barrio y así se trata de fomentar el intercambio. A nosotros nos gustó la propuesta y decidimos hacer una pieza de videodanza sobre un día en la vida de un burócrata, partiendo del cliché. Así es como surge la película. Luego el proyecto fue creciendo. También tiene una pieza escénica, que terminamos el año pasado en agosto en una residencia en P.A.R.T.S. Es un proyecto grande, que tiene por un lado la película, por otro lado la pieza escénica y por último versiones específicas que adaptamos a otros espacios como museos, a modo de intervenciones. Todo este proyecto teníamos que darle forma y albergarlo en un único lugar, para lo que creamos una web: http://europendless.laignorancia.com/
Europe Endless llega a nuestros ojos en un momento en el que se cuestiona más que nunca la continuidad de Europa como proyecto político, social y geográfico. ¿Es el título una ironía, una crítica que surge de este momento presente que vivimos?
El título fue en un doble sentido, claro, una ironía. Digamos que dos orígenes. Uno es este juego de palabras que a nosotros nos gusta mucho (como nuestro propio nombre: la ignorancia): es como Europa sin fin, o Europa infinita, depende de cómo lo quieras traducir. Cuando empezamos con la película estábamos en mitad de la crisis en Europa, que al menos a mí personalmente me tocó de un modo muy fuerte porque era una época en la que yo quería volverme ya a España, y no podía. Y como yo, muchísima más gente, no sólo artistas, otros jóvenes y gente no tan joven, que pasa un tiempo aquí y quizá deseaba ya volver pero se hacía imposible. Entonces para nosotros Europa ya estaba acabada, no tenía sentido alguno. Así que el título es una ironía hacia una Europa y un proyecto en el que yo al menos sigo sin creer, y menos aquí viviendo en Bruselas, viendo todo lo que pasa con la gente que no tiene papeles… etc. Aquí se hace mucho más evidente el contraste, porque por un lado es cierto que ya no necesitamos pasaporte ni cambiar la moneda, pero ya está. El resto ha sido un fracaso, sobre todo para los países del sur. Y luego, aparte de eso, Europe Endless es el título de una canción de un grupo alemán que nos gusta mucho, que se llama Kraftwerk, y que fue uno de los primeros grupos que empezaron a hacer música electrónica en Europa.
En la pieza recorréis los pasillos y estancias del Parlamento europeo. ¿Cómo lograsteis plantear este rodaje en la institución?
Fue una odisea… imagínate… pero la verdad es que a nosotros nos gustan los retos. Si uno visita el barrio europeo, se encuentra estos edificios de metal y de vidrio, verdaderas moles que son casi como infranqueables. Vives a diario en este barrio y ves entrar y salir a los eurodiputados todos los días con sus trajes de chaqueta, pero tú no puedes entrar como ciudadano, están blindados. Sólo en mayo hacen unas jornadas de puertas abiertas en las que abren parte de los edificios, pero nada más. En aquella época Jorge trabajaba de vez en cuando en el departamento audiovisual del Parlamento, grabando stand-ups de los políticos (que es una de las maneras que tienen hoy en día los eurodiputados de hacer política, consiste básicamente en grabar monólogos ya escritos, que luego se editan y de ahí se difunden a la web, blog, televisión etc., pero no se plantea ningún tipo de diálogo). Desde aquí tuvimos acceso al departamento audiovisual, al que tuvimos que dirigir un dossier detallado sobre el proyecto de la película. Fue un dossier que nos llevó un mes y medio redactar y que difiere bastante del proyecto final. Yo podía entrar una vez a la semana al Parlamento. Estuve yendo durante un mes, lo que me permitió recorrer todos los espacios y observar cómo trabajaba la gente allí. Esto me sirvió para especificar claramente en el dossier cada localización y punto de trabajo, porque la seguridad allí es muy alta y teníamos que concretar todo el planning de trabajo: en qué localización se iba a grabar cada escena, duración de la grabación etc. Tuvimos la suerte de que nos aceptaron el proyecto y nos dieron acreditaciones para todo el equipo, un equipo pequeño de 8 personas. Nosotros fuimos adelante con todo, hicimos el planning de rodaje y todo como si nos fuesen a autorizar, pero no teníamos todavía el sí confirmado y las acreditaciones llegaron tan sólo dos días antes del inicio del rodaje. Para mí fue una situación de mucha tensión pero decidimos arriesgar hasta el final. Desde que empezó el proceso de solicitud hasta ese momento pasaron dos meses, más o menos desde final de marzo de 2013 hasta final de mayo. En el Parlamento estuvimos dos semanas todo el equipo, y luego otros 5 días yendo por separado para finalizar escenas. En total unos 25 días de rodaje en el Parlamento. Sólo estuvimos en este edificio de las instituciones, además de otras localizaciones fuera en la ciudad.
¿Cuál fue vuestra sensación al bailar en esos edificios, de qué modo os afectó su carga simbólica?
Por supuesto. Al principio impone mucho, porque cuando tú entras hay un control de seguridad inmenso, creo que son cuatro cintas de control, y mucho personal. Es como el aeropuerto. Y luego los edificios tienen una gran carga simbólica: son como un no-lugar, no hay nada personalizado, no hay identidad, son sitios donde simplemente hay mesas, sillas y mogollón de papeles, de folletos del Parlamento. Todo es muy formal y muy robótico. Nuestra película está basada en una idea cliché, pero el cliché existe por algo, y es que está lleno de esos perfiles de hombre de traje y mujer de traje y tacones. Luego empiezas a ver otros perfiles de apariencia, normalmente de personas de partidos ecologistas, pero muy pocos. Todo el mundo lleva una apariencia que ni siquiera tiene que ver con la elegancia, es una apariencia uniformada.
Es como paradójico, ¿no? Porque supuestamente es como un lugar para generar diálogo entre gentes diversas y sin embargo se parte del no-lugar y de la no identidad.
Exactamente. Tú piensas “esto tendría que ser el ágora” y sin embargo aquí ya de por sí hay una etiqueta. En el caso de las mujeres hay un estereotipo femenino muy marcado. A mí lo que más me llamó la atención fue el aislamiento en el que está toda esa gente. Ese lugar me hacía sentir aislamiento y falta de comunicación.
Es algo que se percibe bien en el vídeo. Los tonos grises, azul plomo y oscuros son predominantes en la pieza, igual que la imagen que solemos tener de las instituciones europeas. También los movimientos sugieren de alguna manera la rigidez, disciplina, seriedad y control que nos imaginamos cuando pensamos en la política de alto nivel. También las referencias directas a la rutina de la institución (pilas de documentos, hombres y mujeres uniformados, etc.).
Sí, sí, es así. Yo por ejemplo me quise empapar de discursos y de standups para la película y el estereotipo es casi siempre el mismo. Es verdad que encuentras algún que otro político que es un auténtico humanista y que viven por la política, pero son casos extremos, escasos, y por lo general es gente ya mayor. Pero por lo general los discursos y los stand ups están vacíos de contenidos, parece que están leyendo una receta con unas guías, pero no hay debate ni análisis sobre el problema. Usan un tono convincente de orador, algunos con agresividad incluso (recuerdo especialmente al italiano Vitela), que por debajo no tienen nada, sólo reflejan la superficialidad de ciertos puestos de alta política donde en realidad sólo interesa el estatus y el puesto, pero no hay un verdadero interés por la política.
¿Cómo vivieron los trabajadores habituales del edificio vuestra invasión?
Era la primera vez que se hacía algo así en el Parlamento, me refiero a un rodaje con danza contemporánea. Pero allí hay muchas actividades culturales, suceden muchas cosas. El Parlamento en realidad es como una mini-ciudad: dentro del edificio, que es inmenso, hay todo tipo de establecimientos: tiendas como supermercados, floristerías, un gimnasio, una peluquería… Y los eurodiputados están exentos del pago de tasas, es como una zona franca. Allí se puede fumar (por eso salgo yo en el cigarro en la película), allí todos fuman cigarros USB pero en la cafetería hay una zona para fumadores, que es enorme, es como otra cafetería dentro de la cafetería. Yo esto lo descubrí en la época en la que estaban terminando de instaurar a nivel legal la censura anti-tabaco, me pareció increíble comprobar cómo la hipocresía funciona a todos los niveles.
Recuerdo el primer día de rodaje, cuando bajé a recoger a todo el equipo. Yo llevaba ya allí dos meses y estaba más o menos acostumbrada, y me los encontré a todos alucinados. Al principio estábamos un poco asustados, intimidados, pero a medida que pasaba el rodaje empezamos a camuflarnos: íbamos vestidos como ellos y nos comportábamos de modo similar. Luego cuando nos poníamos a bailar ya quedaba claro que no éramos MEP’s, pero el resto del tiempo pasábamos por ello. A veces cuando estábamos preparando una escena, de pie, con las cámaras y los papeles, algunas personas se acercaban a preguntarnos de qué partido éramos. Era muy fuerte. Luego empezamos a tomar más confianza, a compartir el proyecto, la gente se mostraba interesada… Un día pasó uno de los que habían sido director del Parlamento Europeo, pero eran como las 11 de la noche y no había nadie (a partir de las 4 de la tarde aquello está bastante vacío). Estábamos rodando la escena en la que yo estoy con los papeles, que vuelan con un ventilador. Pasó por allí y empezó a aplaudir, diciéndonos: “muy bien, bravo por la gente joven, gracias por hacer esto en la casa” (porque allí todos le llaman la casa ). Yo creo que los que más disfrutaron fueron los del servicio de seguridad, porque cada día les teníamos que pasar el plan de rodaje, para que ellos verificasen que hacíamos todo según lo previsto. Los primeros días estaban muy serios, pero a partir del segundo o tercer día estaban muy animados, nos acompañaban claramente como espectadores.
Y a lo largo de todo este proceso, ¿se transforma la idea inicial, o sois fieles al guión que os planteais desde un comienzo? ¿te llevaste una sorpresa al ver el resultado?
No, el resultado final me lo imaginaba así, pero es verdad que hay escenas que se plantearon de otra manera, algunas que no llegaron a rodarse y otras que surgieron durante el mismo rodaje. Como por ejemplo una escena en el ascensor con Miguel, que hace un papel de la figura del político más nefasto. Miguel, que es actor y no bailarín, estaba apasionado por el proyecto y mantuvo siempre una postura muy observadora, se sintió muy afectado por la visión del estereotipo masculino del eurodiputado de poder acompañado siempre por una secretaria joven, marcando una supremacía masculina sobre la mujer. Así que pensamos hacer una escena donde él entraba a un ascensor y acosaba a mi personaje. A mí también me parecía procedente, porque en el barrio en el que vivía éramos testigos de la prostitución de lujo, de alto nivel, que es exagerada. Mi barrio está lleno de hoteles, y yo lo veía los lunes por la mañana, un montón de chicas guapísimas, saliendo con tacones, bolso y abrigo de los hoteles, con su vestido de noche por debajo.
Y luego, cuando está todo hecho, llega lo más difícil: la difusión y distribución. Después de pasar por Madrid, «Europe Endless» se proyectará en el Mercat de Les Flors. ¿Durante cuánto tiempo participa una pieza de videodanza en festivales?
En el festival Matonge Europe en 2013 se presentó un boceto, porque la película no estaba finalizada. Nosotros seguimos trabajando en los meses siguientes para finalizar la película, porque queríamos mostrar también la transformación del barrio europeo, que en esos mismos años se estaba convirtiendo cada vez más en un barrio puramente de finanzas, perdiendo la parte más popular. Por ejemplo muchas casas que estaban catalogadas como “maison de maitre”, que son las casas antiguas, estaban siendo destruidas. Y pensábamos: “tenemos que incluir esto también”. La película se ha movido en 4 o 5 proyecciones desde que se terminó. Una película de videodanza puede estar enviándose unos 3 años perfectamente entre festivales. Una compañera, Eva, está apoyando en la difusión y distribución a festivales, lo que nos va a ayudar mucho, porque yo sola no puedo con todo. Estamos muy contentos porque en unas semanas se ha enviado a 20 festivales.
Imagino que ya se ha proyectado en más de una ocasión en Bruselas. ¿Cuál fue allí la reacción? ¿Es diferente la reacción del público en los distintos lugares y países en los que se proyecta?
En Bruselas curiosamente la película (además de en el Festival Matonge Europe) sólo se ha enseñado a título privado. El festival de cortometrajes no la ha cogido, quizá por la duración. Y no hemos encontrado todavía una sala que nos permita hacerlo, pero bueno, todo se andará… Sobre las diferentes reacciones, sí, es verdad. Por ejemplo en Montreal a la gente le chocó. En realidad nos dimos cuenta de que allí no lo entendían mucho, no tienen cerca la imagen de las instituciones europeas ni tampoco les toca personalmente la crisis del proyecto europeo. Les gustaba cómo estaba hecha la película, pero el tema no les resultaba tan pertinente como puede resultar aquí.
Muchas veces nos preguntamos cómo se logra hacer una pieza como esta…
Pues hubo financiación propia y una pequeña parte del festival de Matonge. Lo que se hizo con esa aportación fue cubrir los gastos de rodaje y de producción. Veremos si algún premio de festival nos aporta algo, o vía venta de la película etc.
«Europe Endless» es muy diferente a los trabajos anteriores de La Ignorancia, quizá más basados en la poética del movimiento y en la indagación artística que surge de la mezcla de danza, video y música. ¿Qué significa para vosotros este proyecto? ¿Lo percibís como un punto de inflexión, una nueva etapa… o es solo un paso más en La Ignorancia?
Con esta película continuamos una línea que ya habíamos abierto con una película previa llamada “La peur”, que fue en la primera en la que mezclamos estos dos géneros de ficción con una narrativa figurativa y danza. Y digamos que en Europe Endless usamos esta misma idea, con una dramaturgia que es más realista y podríamos decir documental, que es la parte que más interesa, que está bassada en herchos reales y que toca un tema de actualidad.
También La ignorancia está en un momento de cambios. A partir de Europe Endless el dúo se ha separado: Jorge y yo ya no trabajamos juntos como pareja artística. La plataforma continúa como una plataforma para albergar mis proyectos y sus proyectos, pero con otras cabidas. Así que Europe Endless sí es un punto de inflexión para la compañía en este sentido, que es un cambio muy fuerte.
Como proyecto, La Ignorancia nace en Bruselas de la unión de dos creadores españoles, en el año 2008, cuando ya llevábais allí un tiempo. ¿Crees que habría sido posible aquí en España?
La ignorancia empezó en Bruselas a cargo de dos españoles. Yo me vine en 2005-2006, llevo ya casi 10 años. Me vine a acabar la carrera y en aquella época Jorge y yo éramos compañeros de universidad. Yo decidí quedarme, Jorge se vino y decidimos empezar a trabajar juntos. Es verdad que el terreno aquí en Bélgica es más fértil para la danza. A nivel de cine creo que no (me parece mucho más fértil España), pero a nivel de artes escénicas sin duda. No porque haya gente más buena, es que hay canales, infraestructuras y un público que se interesa. En España faltan espacios, lugares de intercambio, ayudas, espacios… Lo que pasa es que aquí los teatros se llenan de gente que no son sólo artistas, y esa es la gran diferencia. Sin embargo estamos en un mal momento también en Bélgica: todo lo que se había conseguido aquí a nivel social (y también artístico) se está perdiendo, la gente se siente engañada, hay muchas manifestaciones.
Viajas frecuentemente a España con motivo de proyecciones, talleres de videodanza como los que hiciste en el Festival Costa Contemporánea… ¿Te ves instalándote en España en un futuro cercano? ¿O es el tránsito y el viaje la mejor situación para el trabajo creativo?
Yo he pensado siempre en volver a España, aunque es verdad que después de tantos años tengo toda una vida aquí en Bruselas, por eso para mí lo ideal sería poder estar entre ambos lugares. Que más adelante mi base pudiese estar en España y venir aquí a trabajar, pero no al revés, que es lo que me sucede ahora.
En los últimos años parece que hay un interés creciente por la videodanza: aparecen festivales y espacios que se interesan por este formato. ¿Crees que a nivel de público también ha habido un aumento de curiosidad?
Sí, los festivales están empezando a emerger en Europa, que faltaban. América Latina nos lleva 10 años de ventaja, son muy potentes y el género de videodanza está muy consolidado, o danza para la pantalla, que me gusta más decirlo que videodanza. Y bueno, EE.UU. nos lleva 20 años, de hecho allí tienen asociaciones que se han encargado de archivar estas obras. Así que Europa se está despertando a este género en cuanto a interés, festivales, plataformas… Lo que pasa es que, en cuanto a contenidos, mi sensación es que lo que se está produciendo está todavía más cerca o bien del videoarte o bien de la captación de una coreografía, pero no llega a ser todavía lo que es para mí cine-danza, o coreocine, como me gusta a mí llamar a este género.
A riesgo de confundir la grabación de una coreografía con una pieza de videodanza…. ¿Qué elementos o significados dirías tú que definen una pieza de videodanza, qué necesitamos para hacerla?
Sí, es verdad que la diferencia es muy clara. Por ejemplo, entre nuestros trabajos, Cinética y Europe Endless, incluso La peur, para mí son claramente cine-danza. Pero el resto de piezas que tenemos, para mí están más cerca de la videodanza o del videoarte. Por la duración, por el tipo de lenguaje que se usa, que no es el cinematográfico, por el concepto… Digamos que en la videodanza falta dramaturgia, lo importante es el acto performático en sí y el filmarlo, más que el crear una obra que funcione por sí misma, como una película. Sí, la verdad es que ojalá en España se empezase a profundizar más en el género, porque hay mucha gente interesada pero no siempre está claro el género en el que se está trabajando y hasta dónde se puede llegar. Es curioso que por ejemplo en el mundo del videoclip a veces se hacen piezas que están más cerca del cine-danza que vídeos que supuestamente se presentan como tales, por la forma de rodar y de plantear el trabajo… lo que pasa es que la base siempre es una canción y el texto de la misma, y no un guión dramatúrgico y coreográfico independiente, pero los resultados pueden acercarse mucho.
Y ya para acabar, una pregunta típica que estarás cansada de responder… ¿Por qué ese nombre, «La Ignorancia»?
Pues mira, la ignorancia surgió porque… bueno, nosotros siempre hemos sido un poco contestatarios, siempre nos ha gustado provocar y siempre desde la ironía. Nos parecía divertido poner ese nombre peyorativo justo a una compañía que busca lo contrario, el conocimiento. Y bueno, en el momento en el que la creamos éramos conscientes de que partíamos de ese punto, de la ignorancia.
* Entrevista a Ana Cembrero, directora artística de ‘Europe Endless’, realizada en mayo de 2015. * Fotografías ©Ioannis Pallas * http://europendless.laignorancia.com/es/
Buenos días,
Lugares así existen por todo el mundo, vecinos totalmente diferentes en poder adquisitivo. ¿Llegará el momento en el que estas diferencias se reduzcan?
Muchas gracias por el artículo muy completo y hace reflexionar.
[…] – Ana Cembrero Coca Translation of the interview on the “A Cuerpo de Baile” blog by Sabela […]